En una pequeña cocina de leña, mientras el humo danza entre hojas secas y utensilios de barro, una mujer extiende cuidadosamente una masa blanca sobre una plancha caliente. En minutos, la masa se transforma en un disco dorado y crujiente. Es casabe, un alimento milenario que sigue presente en las mesas de la Amazonía.
El casabe es un pan plano y crujiente hecho a base de yuca (mandioca), que ha sido parte de la dieta de las comunidades indígenas durante siglos. Se prepara con yuca rallada y exprimida, formando una harina gruesa que se cocina sin levadura ni sal. El resultado: una especie de tostada gigante, redonda, que puede conservarse por semanas sin perder su sabor ni textura.
En el cantón Putumayo, muchas familias aún elaboran el casabe de forma tradicional, especialmente en comunidades como Sansahuari, donde el conocimiento pasa de generación en generación.
Comer casabe es saborear historia viva. Fue el alimento base para los pueblos originarios que recorrían largas distancias por la selva, por su durabilidad y su valor nutritivo. Hoy, sigue acompañando otros platos típicos como el maito, el pescado asado o simplemente se disfruta con un poco de ají o café.
Su textura crocante y su sabor suave lo hacen perfecto para cualquier hora del día. Además, al no tener gluten ni aditivos, es ideal para quienes buscan una alimentación natural y saludable.
El casabe es más que un alimento: es símbolo de autosuficiencia, de respeto por los recursos locales y de conexión con la tierra. En Putumayo, su elaboración artesanal representa la riqueza cultural de la Amazonía ecuatoriana.
¿Ya lo probaste?
Cuando camines por las comunidades del cantón Putumayo, detente donde el humo y el aroma a yuca te guíen. Probablemente estés a punto de vivir una de las experiencias culinarias más auténticas del oriente ecuatoriano.